domingo, 20 de diciembre de 2015

Les Grands Buffets, el Eurodisney de la alta cocina francesa

Viajar a destinos turísticos que aportan experiencias culinarias únicas está de moda, quizás porque el buen comer es uno de los caprichos de la vida. Y si hablamos del arte de una buena mesa, de saborear exquisiteces, del ritual de degustar, tenemos dos destinos: Japón en Asia y Francia en Europa. Por mucho que nos pese a los españoles, nuestros vecinos franceses nos llevan años luz en eso de convertir el acto de alimentarse en todo un acontecimiento. Un buen ejemplo lo encontramos a dos horas de Barcelona: Les Grands Buffets, en la localidad de Narbona.

Cuando en nuestro país aún muchos asocian el "comer bien" con "hartarnos hasta quedar saciados" en Les Grands Buffets encontramos un concepto novedoso que para los franceses, muy refinados ellos, es algo de lo más normal. Salir a comer es salir a catar y saborear, a regalarle al paladar pinceladas de deliciosos bocados que le transportan a uno a paraísos gastronómicos.

Les Grands Buffets es difícil de definir. Pero si París tiene Eurodisney, al que peregrinan familias de toda Europa en busca de Micky, Peter Pan o Nemo, en Narbona Les Grands Buffets es el parque de atracciones del paladar. Allí, quesos, foies, mariscos y vinos gourmet son la atracción principal.

Mr. Privat es un elegante e inteligente hombre de negocios francés que en 1989 fundó un buffet libre cuando eso de los woks asiáticos y la comida a peso aún no se había convertido en lo que es hoy: gastronomía de "todo a cien". Mr. Privat soñó un espacio de innovación gastronómica con el que acercar la cocina tradicional francesa a sus propios compatriotas. Y así puso en marcha uno de los buffets más grandes de Europa donde saborear una cuidada selección de recetas tradicionales de cocina gala. Les Grands Buffets es hoy en día una verdadera experiencia con la que acercarse a los manjares clásicos de la burguesía francesa.

Entrar a este restaurante es todo un espectáculo: una decoración exquisita jalonada de obras de arte le transportan a uno a esa época en la que los burgueses galos pisaban con pie firme y barbilla alta, presumiendo de orgullo patrio y saber ir por el mundo. En Les Grands Buffets todo es elegante y cuidado, fino y delicado, y todo el personal derrocha esas particulares buenas maneras que los franceses han cultivado durante siglos. Y al mismo tiempo se come en un ambiente cómodo y distendido en el que autoctonos y vecinos europeos comparten mesa y cuchillo sin aglomeraciones ni barullos.

El viaje por Les Grands Buffets tiene varias estaciones: La Rostissérie, un inmenso asador panorámico donde te cocinan platos al gusto y al momento (delicioso magret de pato, exquisita la langosta o el bogavante o tortillas creadas al momento solo para ti). La estación de Le Mer ofrece una inagotable fuente de mariscos, con las ostras de Gruissan como estrella principal además de salmones, langostinos y demás delicatesen del mar. La Formage es uno de los mayores buffets de quesos de Europa, con ejemplares exclusivos y esas especialidades que tanta popularidad y prestigio han dado a los franceses (Oh! El Roquefort Papillon!!). No podemos dejar de visitar el buffet de los foies, con todas las variantes de la tierra, que son explosiones de sabores que sorprenden al comensal casi hasta el delirio. Y por supuesto hay que acercarse a esa zona de guisos, verduras, carnes y pescados que tan buena fama han dado a la alta cocina francesa. La última estación, si es que quedan fuerzas y sitio en el estómago, es La Pastissérie. Allí nos esperan los grandes clásicos de la pastelería francesa con más de 100 variedades y fuentes de varios chocolates... Todos ellos elaborados el mismo día por maestros pasteleros que trabajan con mimo la popular repostería francesa.

Mención especial merecen los caldos. La carta de vinos de Les Grands Buffets es una verdadera guía vinícola de la región del Languedoc-Roussillon. Y es que con más de 70 variedades, es casi el único restaurante en toda Francia que dispone de tanta variedad. ¿La ventaja? Poder degustar vinos de valor "top" recién descorchados solo para ti, pagando por copa. Y si te convence, te llevas la botella a precio del distribuidor.

En mi visita a Les Grands Buffets en calidad de periodista invitada tuve la ocasión de recorrer la zona de cocinas con Mr. Privat y descubrí que el mismo mimo que se pone en la elaboración de platos y el trato al cliente, se da también a la limpieza y el orden, una de las máximas del propietario, que utiliza sistemas de desinfección muy parecidos a los protocolos que siguen laboratorios o quirófanos. Toda una filosofía de empresa que pasa por el que cada trabajador desarrolle su labor contento y en buenísimas condiciones laborales. No es de extrañar pues la entrega y excelencia del servicio.

Definitivamente Les Grands Buffets merece ser considerado uno de los rincones fetiche de la cocina francesa, un espacio en el que perderse y descubrir los aromas, texturas y sabores que han dado fama mundial a la alta gastronomía del país. Narbona y Les Grands Buffets están ya en la ruta de los templos del arte de la mesa francesa para el gran público. Porque todo esto que os he contado sale a un precio de 30€ por persona, más bebidas. ¿Verdad que es una maravilla?

http://www.lesgrandsbuffets.com


































miércoles, 2 de diciembre de 2015

MSC, vivir sobre el agua

Viajar en un crucero no parece de entrada la forma más intrépida de hacer unas vacaciones. Y de hecho no lo es. Pero escoger un crucero como hotel flotante y amanecer cada día en un puerto distinto tiene su encanto desde el momento en que zarpa el barco.

MSC es una compañía italo-suiza dedicada desde hace 300 años a la navegación. Su principal negocio es el transporte de mercancías pero el crucero vacacional es lo que les ha convertido en una empresa popular y de prestigio entre el gran público. Apostar por una flota de cruceros de lujo, equipados como una ciudad sobre el mar les ha situado entre las compañías "top" en el sector. De hecho sus barcos son, para una crucerista novata como yo,  lo más parecido a vivir la primera parte de la mítica película "Titanic" sin el final dramático que supuso aquel accidente marítimo en 1.912. Afortunadamente en eso MSC Cruceros también son líderes, en seguridad.

Cuando la compañía MSC Cruceros me invitó junto a un grupo de periodistas a vivir la experiencia de viajar en un crucero me ilusioné como una niña. Aun recuerdo la popular serie "Vacaciones en el Mar" cuando en España apenas podíamos imaginar tener esa opción a nuestro alcance. Pero los tiempos cambian y el Mediterráneo y Barcelona están ahora en el mapa del turismo de cruceros como una de las opciones más demandadas.

Entrar a un crucero MSC es vivir una experiencia única: navegar por alta mar contemplando las vistas cómodamente mientras te tomas un cocktail en un local de lo más sofisticado. Darte un relajante masaje de manos de una profesional balinesa mientras ves el atardecer desde tu cabina del spa. Degustar una deliciosa cena brindando con los mejores caldos o salir a pasear por cubierta para ver un cielo estrellado.

Sorprende al viajero que un barco de 18 pisos dotado con todo tipo de instalaciones sea capaz de flotar y transportar dentro a mas de 3.000 personas. Y encima sin notar aglomeraciones, sin sentir el estrés de estar encerrado en un barco del que no puedes escapar. Pubs, restaurantes, teatro con espectáculos de calidad, piscinas cubiertas y al aire libre, coctelerias, cafeterías, guardería, cine, gimnasio, tiendas... Y un sinfín de servicios que le dejan a uno fuera de juego. ¿Se puede ser más dichoso teniendo todo eso a tu alcance dentro de una embarcación?

Recuerdo con especial emoción ese momento de intimidad en mi camarote, a solas, sentada en la cómoda butaca de mi balcón con vistas a un mar infinito. Mirar la masa de agua y sus tonalidades, observar el barco dominando las olas y sentirme una insignificante cosa frente a esa maravilla de la naturaleza que es el mar y esa obra maestra naval que consigue llevarnos desde casa a puertos marítimos lejanos de la manera más cómoda que uno pueda llegar a soñar.