Pero si la película es un icono que atrae a cinéfilos, la figura de Mozart es motivo más que suficiente para que los amantes de la música clásica se acerquen hasta Salzburgo para conocer de cerca los escenarios en los que el autor se crió y empezó a conformar su talentosa carrera.
El casco antiguo de Salzburgo es Patrimonio de la Humanidad, por lo que existen numerosos rincones en la ciudad que merecen la pena ser visitados. La Salzburgcard es una tarjeta que nos lo pone fácil y económico para movernos cómodamente. Y es que si algo tiene esta pequeña joya austríaca es que se pasea cómodamente y se disfruta sin prisas. Una cerveza en aquella terraza, unos bombones junto a aquella fuente o un bretzel (típico pan salado que pusieron de moda los monjes) antes de seguir la ruta marcada. A pie, en bicicleta o a caballo, las tres opciones más demandadas por los turistas.
Subir a la montaña de los capuchinos es un pequeño esfuerzo que merece la pena. Desde allí contemplas Salzburgo como si vieses un cuadro. Hermoso en cualquier época del año. Otro mirador al que merece la pena subir es a la Glockenspiel, la torre del carrillón que puntualmente suena con sus cancioncillas, transportándote a otras épocas en las que la vida iba más despacio.
La
Residencia, el Campanario, la Catedral, la Iglesia Franciscana, la Plaza de
Mozart, el Abrevadero de Caballos, la calle Hofstallgasse, la Fortaleza
Hohensalzburg o el Monasterio de San Pedro... Uno no se cansa de descubrir que
Salzburgo esconde más y más rincones bellos en su casco antiguo. Pero eso no es
todo. El Castillo de Hellbrunn es todo un descubrimiento, donde pasar una
mañana inolvidable en un entorno de ensueño. No desvelaré secretos porque hay
que ir y verlo. En todo caso el castillo demuestra que hace siglos que los más
adinerados gozaban de parques de recreo en los que, a su modo, pasar un día la
mar de simpático.
Mozart es
protagonista absoluto de la ciudad. Salzburgo es un homenaje al compositor más
grande de todos los tiempos y los tours para conocer su vida, su residencia y
su legado son el día a día de la ciudad. Otras de las rutas más demandadas son
las que llevan a los turistas a retratarse a los lugares donde Hollywood filmó
varias escenas de "Sonrisas y Lágrimas". Así que si veis a un grupo
de japoneses cantando en un rincón de la ciudad, seguramente es porque allí,
justo en aquel rincón, se rodó alguna escena musical de la película. Lo
gracioso del tema es que nadie se extraña ni se siente ridículo. Cantar las
canciones de "The Sound of Music" es casi un ritual obligado en
Salzburgo. Como visitar el teatro de marionetas que recrea la historia de la
familia Trapp. Uno de los momentos mágicos de mi viaje a Salzburgo fue pasear en bicicleta por las afueras de la ciudad. Verdes prados, casas particulares llenas de flores, niños jugando junto al rio y parques inmensos en los que hacer un picnic a la sombra de un árbol milenario. Y hablando de comer, su gastronomía es excelente y su plato típico, el escalope vienés me sedujo desde el primer bocado. Con patata y esa salsa de arándanos que le da un toque tan diferente a lo que estamos acostumbrados los del sur de Europa. La bebida corre a cuenta de la cerveza, siendo la Stiegl la marca más popular de la zona (recomendable visitar su fábrica!!). Y los bombones... Imposible no comerse uno o tres! Sobre todo los originales que inventó el pastelero Paul Fürst en 1890 y que hoy se siguen vendiendo en la pastelería de la familia, que conserva la receta original y la elaboración a mano, uno a uno, de cada bolita de mazapán y pistacho. Si te vas de Salzburgo sin comerte un bombón en esa tienda, la original, quizás te pierdas uno de los momentos más memorables de tu viaje.
lo que mas me gusta de tus viajes.....es ver como los vives, julie andrews...!!!
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