Quizás sea culpa del boom turístico de los años 60, que
convirtió Baleares en el paraíso europeo del sol y la playa. O quizás
influyesen esos hits míticos de varios grupos de música yeye, que convirtieron
a Mallorca en la protagonista de éxitos como "el vuelo 502" o
"el Puente". El caso es que Baleares y Mallorca han quedado grabadas
a fuego en nuestras retinas como el destino de hotel o apartamento en el mar,
colchoneta, crema solar y sombrilla. Y es una pena, porque Mallorca es mucho
más que sol y playa.
Palma, su capital, es una ciudad ideal para hacer escapadas
durante todo el año. Esos pequeños viajes de fin de semana o de puentes fuera
de temporada estival en pareja o grupo
de amigos, familia o hasta en solitario. Y es que Palma posee el encanto de
esas ciudades mediterráneas cargadas de historia, de pasado, de piedras que
podrían contar mil y una anécdotas y batallas. Y es además un destino
gastronómico interesante y sorprendente, más allá de la clásica ensaimada y
sobrasada.
De entrada Palma está bastante cerca en avión desde
cualquier punto de España y nos permite evadirnos a una isla con encanto en
pocos minutos. Palma además posee uno de los cascos antiguos más grandes de Europa,
lo cual nos asegura el pasear por callejones y plazas que nos harán escapar de
la rutina y le estrés diarios.
Caminar por los alrededores de su espectacular catedral con
vistas al mar o por el Palacio de la Almudaina, contemplar el casco antiguo
desde Es Baluard o perderse por ese entramado de calles plagadas de palacetes
con patios señoriales (hay una preciosa ruta de más de 40, muchos de ellos
particulares pero abiertos al visitante). Palma es cómoda y se disfruta sin
prisas. Todo está cerca y uno se puede permitir sentarse aquí y allá, callejear
hasta dar con la iglesia de Santa Eulàlia o el Ayuntamiento, la Plaza Mayor o
el Gran Hotel.
Si hablamos de gastronomía Palma nos seducirá con
restaurantes que trabajan con recetas auténticamente mallorquinas a base de
jugar con esos ingredientes locales tan típicos del Mediterráneo. Ahí entra su famosa sobrasada, producto
estrella que se usa en cocina y postres (interesantísima la repostería balear!).
Cuando leo el libro "El Ecuador de Ulises" de mi
amiga Roser Amills, veo que actores de aquel Hollywood dorado de los 50
quedaron prendados de Mallorca y la convirtieron en su isla refugio. Errol Flyn, Ava Gadner, Orson
Welles, John Wyne, Tyron Power, Marlene Dietrich, Rita Hayworth... ¿Qué encontraron
en esta pequeña isla del Mediterráneo? Autenticidad.
Y hoy día nosotros podemos aún también disfrutarla. Más allá de las oleadas de
turistas, de los alemanes afincados y de los hoteles y garitos, Palma nos puede
transportar a una isla marinera por la que hacer un recorrido histórico desde
la Edad de Bronce hasta la actualidad pasando por romanos, vándalos,
musulmanes, judíos... Quizás por eso los palmesanos son gentes abiertas,
cordiales y cariñosas. Pero además se sienten muy orgullosos de su isla y de
pertenecer a un rinconcito del Mediterráneo tocado por la varita del buen
clima, la tierra fértil, la vida pausada, el pasado glorioso y el presente
fructífero. Los palmenses han sabido encajar que son un destino turístico de
primer orden y un lugar para vivir envidiado y demandado con un encanto
especial a medio camino entre lo autóctono bien conservado y el turismo de
éxito bien gestionado.
Gracias, Alicia, por ayudaros siempre a ver desde tu personal y rico punto de vista los lugares que visitas! Y este me ha emocionado especialmente, ya sabes ;))
ResponderEliminar