miércoles, 1 de febrero de 2017

La armería de Graz, un viaje al fragor de la batalla

Austria es una sorpresa constante. Cada vez que tengo ocasión de visitar alguna región, ciudad o rincón austríaco descubro algo que me encandila.

Visitar la región de Estiria y su capital, Graz, es acercarse a otra Austria diferente a la de los Alpes. Es acercarse a una Austria también verde pero con otros encantos, otra anatomía y otra composición. Con matices eslovenos y húngaros, por su cercanía a esos países vecinos, Estiria es uno de los secretos de Austria y lo pude comprobar al visitar Graz, su capital. Ciudad cosmopolita, rica culturalmente y con una intensa vida social y universitaria, su barrio antiguo (Patrimonio cultural mundial desde el año 1999) tiene mucho encanto. Es una preciosa muestra de sucesivos estilos arquitectónicos, todos integrados en un alarde de elegancia y sobriedad austriaca.

Desde épocas romanas, Graz ha ido creciendo a merced de invasiones, conquistas, luchas de territorio y fortificaciones. No es que sea una ciudad más guerrera que muchas otras que se defendían en la Edad Media de oleadas invasoras. Pero sí que hoy día nos sirve de ejemplo para vivir de manera exclusiva y directa lo que viene a ser la guerra al más puro estilo medieval.

En el centro de Graz tenemos la gran oportunidad de visitar la armería de la ciudad: el mayor arsenal de armas históricas y  mejor conservadas del mundo. Es una joya de gran valor que no todos los turistas y visitantes saben apreciar. Yo fui la primera que pensé "una armería... vaya! salas y vitrinas llenas de armas antiguas... Nada que no haya visto antes". Pero al entrar me quedé sin palabras. Jamás pensé que podría sentir tan vivamente lo que supuso  para una ciudad disponer de armas, ejército y defensa. La importancia de la seguridad.

Y es que el arsenal de Graz te transporta a aquellas batallas "cuerpo a cuerpo" cuando la guerra se hacía contando con todos: desde el humilde ciudadano de a píe hasta el rico y potente señor de la ciudad, que evidentemente contaba con mejor equipo de defensa. Todos ellos están muy vivos en el arsenal de Graz. Que maravilla contemplar esa espectacular colección de armas (30.000, que van desde la Edad Media tardía hasta principios del s. XX).

Paseando en silencio por las diferentes plantas del museo casi pude escuchar a los hombres jugándose la vida en el fragor de la batalla, como si cada una de aquellas armas conservarse aún el alma del pobre guerrero que la empuñó o la vistió. Me sobrecogió pensar en el sudor, sacrificios, dolores, penas y sueños rotos que murieron bajo esas espectaculares armas. La vida es un zarpazo, un puñal que se hunde en el pecho de un guerrero, un último aliento que se da recordando quizás a la esposa y los hijos, al honor de defender una bandera, a unos ideales que hoy ya no existen.

El arsenal de Graz sobrecoge e impresiona por su poderío. Por el mimo con el que está todo conservado. Tanto que casi ves a los guerreros colocarse sus armaduras con más o menos pavor dispuestos a entrar en combate. Es una viaje a la batalla. Una oportunidad única de viajar a un destino para el que no hay billetes. En algún rincón me pareció oír a las espadas golpeándose unas contra otras...




















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